La ministra de Trabajo y Economía Social, también vicepresidenta segunda del Gobierno en funciones y líder del Movimiento Sumar, Yolanda Díaz, exige al Partido Popular que respete "la democracia y la Constitución" ante lo que ella considera una injerencia de la oposición dirigida a algunos políticos socialistas con la finalidad de que estos rompan la disciplina de voto impuesta por los máximos dirigentes del PSOE y sus aliados y apoyen la investidura de Alberto Núñez Feijóo.
Por lo visto, a Yolanda Díaz poco le importa el resultado de las últimas elecciones donde el Partido Popular representa la lista más votada. Todo lo que no encaje con su particular idea de "progresismo" no es democrático ni respetable. Tampoco le importa que las demandas de sus posibles socios políticos, a los que deben su apoyo, puedan vulnerar la propia Constitución española que ella misma invoca. Lo más peligroso de esta forma de gobernar es que los ciudadanos realmente crean que quienes están adaptando las leyes a su antojo y conveniencia están actuando de manera democrática; y peor aún si estos mismos líderes "progresistas" se lo creen sin advertir su deriva autoritaria. Con gobernantes así la auténtica democracia está en riesgo.
Hoy en La Sexta el expresidente socialista José Luis Rodríguez Zapatero ha caído en las habituales falacias retóricas utilizadas por su partido durante la presente campaña electoral en apoyo del candidato Pedro Sánchez. Primeramente reprueba los pactos de gobierno entre Partido Popular y Vox sin advertir los nocivos acuerdos del PSOE con la extrema izquierda y los separatistas para alcanzar el poder. No olvidamos que entre los socios del actual gobierno se encuentra EH Bildu, una formación que representa la izquierda abertzale que tanto daño ha causado en España hasta tiempos bien recientes. Éstos son los que han impuesto una mal llamada Ley de Memoria Democrática, que de democrática tiene bien poco, mientras que de sectaria, partidista y revanchista tiene bien mucho, buscando dividir y enfrentar a los españoles en lugar de reconciliarlos. Según los izquierdistas, debemos condenar todos y cada uno de los días de nuestra vida aquel lejano franquismo, pero debemos pasar página ante la barbarie etarra. En segundo lugar, Zapatero ha defendido la limpieza no sólo de las elecciones generales del próximo día 23 —como si lo ocurrido en las últimas elecciones municipales en Mojácar, Melilla y otros puntos de España no fuera preocupante—, sino también la limpieza de todo el Estado español, al que ha calificado erróneamente de democrático. No es así, este régimen oligárquico de partidos se caracteriza por una corrupción sistémica que afecta a todas las instituciones del Estado y a todos sus poderes (legislativo, ejecutivo y judicial), entre los cuales no hay la debida separación. Zapatero es experto en parecer bueno sin serlo.
En el sistema actual, cada vez que alguien afirma de manera pública su adhesión a la "democracia vigente" revela con ello justamente lo contrario, su más recalcitrante desprecio hacia ésta y su más severo inmovilismo político. En un Estado como el español, donde el Gobierno impide la separación de poderes, donde la inmunidad legal de unos cuantos miles de privilegiados que gozan del estatus de aforados rompe el principio de igualdad de todos los ciudadanos ante la ley y donde una oligarquía de partidos suplanta la voluntad del pueblo, no hay ni puede haber una democracia. Como consecuencia de este estancamiento del sistema político impuesto, cualquier intento de cambio o reforma en sus fundamentos choca con la tenaz oposición de los representantes electos quienes para salvaguardar sus propios intereses, privilegios y prebendas no dudan traicionar a los ciudadanos que les han confiado su voto, impidiendo a toda costa que estos últimos tomen cualquier decisión política.
El régimen establecido en España en 1978 comenzó como una partidocracia; pronto derivó a una cleptocracia y, si alguien no lo impide, terminará como un narcoestado. La corrupción sistémica, la desidia de los poderes del Estado y la connivencia de éstos ante la multiplicidad delictiva propiciarán que en un futuro no muy lejano acabemos en un Estado fallido. Necesitamos recuperar aquel espíritu del movimiento indignado del 15-M o de lo contrario el actual sistema corromperá la sociedad entera, se impondrá el "todo vale" para sobrevivir.
Con demasiada frecuencia escuchamos decir "sobre este caso existe sentencia judicial firme y punto", como si las decisiones de los tribunales fueran dogma de fe, ignorando su parcialidad, la ausencia de una separación de poderes (injerencias políticas) y la corrupción sistémica que incluye a jueces y fiscales. En los procedimientos judiciales en España son habituales la prevaricación, la vulneración de derechos y el abandono de la tutela judicial efectiva reconocida en la Constitución.
El 23 de febrero de 1983, el Gobierno socialista decreta la expropiación del grupo Rumasa. Más de setecientas empresas cuya facturación equivalía al 1,8% del PIB nacional son arrebatadas al emprendedor jerezano José María Ruiz-Mateos justificando la decisión en una supuesta opacidad contable, los tropiezos con el Banco de España, recelos sobre la financiación de las sociedades del grupo desde los propios bancos de RUMASA, los riesgos asumidos en la constante expansión del holding, así como deudas limitadas con la Seguridad Social y Hacienda.
En la reprivatización de las empresas expropiadas se evidenció una desvalorización generalizada con la finalidad de eludir indemnizaciones y una posible reversión. Con la venta de Galerías Preciados en 1984 al grupo empresarial venezolano de Gustavo Cisneros, amigo del entonces presidente del Gobierno de España Felipe González, por un valor de 750 millones de pesetas, se manifestaba dicha depreciación inicial cuando en 1987, aun con una mala gestión, se vende esta cadena de grandes almacenes por más de 30.000 millones de pesetas; ¡milagro financiero! Otras empresas fueron vendidas a precio simbólico, llegando a entregar la compañía de vinos Sur-Pérez Barquero por tan solo 2.700 pesetas, Alcoholes y Vinos por 9.000 pesetas y Viajes Cristal por 10.000 pesetas. El Museo de Bebidas de Perico Chicote se adjudicó por cuarenta millones de pesetas a un naviero que terminó vendiendo botellas de enorme valor histórico a coleccionistas por un elevado importe.
También en 1984 la firma Loewe sería adjudicada por el Consejo de Ministros al grupo galo Urvois-Spinola en una más que sospechosa decisión contraria a la recomendación de la Comisión Asesora para la Reprivatización, rechazando a última hora la oferta del grupo escocés Jaeger Holdings Ltd. que ofertaba 170 millones de pesetas más que Urvois-Spinola así como mejores garantías no previstas por el grupo francés.
La misma justicia politizada que durante décadas permitió la impunidad de Jordi Pujol o que absolvió al banquero Emilio Botín se mostraba implacable con el grupo de la abeja. Los recursos contra las sentencias eran sistemáticamente rechazados. El Tribunal Supremo y el Constitucional reiteraban la legalidad de los procesos, hasta que en marzo de 1999 el Supremo no tiene más remedio que reconocer la absolución de Ruiz-Mateos ante las acusaciones por falsedad documental, estafa y apropiación indebida; ya en 1997 lo había hecho la Audiencia Nacional. Asimismo el Tribunal Europeo de Derechos Humanos declaró la vulneración de derechos y la indefensión del procesado en 1993. Como pudimos comprobar en el denominado caso Wanninkhof, donde el infame Tribunal Supremo también denegó cualquier indemnización a la perjudicada por la "justicia" María Dolores Vázquez, en España resulta imposible pedir responsabilidades a jueces y fiscales amparados por el poder político.
Con la caída en 2011 del posterior proyecto empresarial de José María Ruiz-Mateos, Nueva Rumasa, se nos pretende ocultar nuevamente la responsabilidad indirecta del Gobierno español y los tribunales que nunca asumieron el pago del debido justiprecio —valorado entre 2.100 y 18.000 millones de euros— con el que el empresario roteño debería haber sido indemnizado por la ilícita expropiación de la primera Rumasa en 1983, holding cuyo valor patrimonial fue depreciado de manera espuria por los expropiadores desde el comienzo del inicuo desposeimiento. Ruiz-Mateos cayó en un fatal error de cálculo hasta el final, confiar en la justicia; ésta nunca llegó y los acreedores no pudieron cobrar las deudas de Nueva Rumasa. Se percibe un plan propuesto desde arriba para dejar en mal lugar por segunda vez a los propietarios del grupo empresarial, justificando así la previa expropiación y el posterior naufragio del último gran proyecto de José María Ruiz-Mateos.
El free rider es un gorrón, un parásito que se aprovecha de
conductas tales como la solidaridad, el altruismo, la generosidad, la
caridad y la filantropía sin aportar absolutamente nada, o más bien,
ocasionando conflictos que de no haber sido ayudado no existirían. Cada
vez que cedemos utilidades en favor de un tercero de manera
desinteresada, perdemos unidades para que otro las gane a cambio de
nada, o simplemente, para que éste las vuelva a perder ante la
imposibilidad de posicionarse en el juego sin que ninguna de las dos
partes obtenga beneficio. Otro riesgo viable supone que el free rider
se convierta en un enemigo capaz de usar las utilidades cedidas en
contra del jugador solidario que se las ha dado. Para ganar, lo
apropiado es no cooperar con el otro jugador, sobre todo cuando él está
perdiendo.
La música en cada época sigue unos patrones o algoritmos que la identifican, al igual que sucede con los distintos géneros musicales. Existe un predominio armónico, un modelo de sincronización y unos acordes característicos propios para cada estilo. De esta manera, podemos reconocer una composición de Johann Sebastian Bach o de Burt Bacharach ya que éstas presentan unos algoritmos perceptibles.
Las crisis internacionales son fractales
Como podemos observar hoy mismo en el conflicto entre Rusia y Ucrania, los enfrentamientos, independientemente de un origen más o menos local, tienden a su fractalización en cuanto éstos se replican a diferentes escalas y tamaños, expandiéndose hasta unos límites inesperados aumentando su entropía. Se produce entonces una retroalimentación positiva donde los efectos son acumulativos y sumativos mientras esta situación no pueda ser revertida (entropía negativa).
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